domingo, 16 de noviembre de 2014

Un matrimonio argentino cuida a huérfanos en Haití

‘No se trata de solidaridad, es más que eso. Es amor, que nos inquieta y nos motiva, por estos niños que no tenían a nadie. El objetivo es ser buenos padres para los hijos que engendremos y para estos haitianitos traviesos’, contó Evangelina Pringles desde un complejo de 1.000 metros cuadrados ubicado en una montaña de la localidad de Williamson, a 37 kilómetros de Puerto Príncipe, la capital de Haití. Ella y su marido, Natanael García, son sanjuaninos que le dieron un giro de 180 grados a su vida y desde fines de julio se encuentran misionando en Haití, ayudando y cuidando a 100 niños que quedaron huérfanos tras el devastador terremoto de 2010.

Evangelina y Natanael son los únicos argentinos que se encuentran como voluntarios en el Hogar de Niños Beraca Haití, que es uno de los 63 Hogares Beraca que tiene la ONG evangélica Esalcu, fundada por un sanjuanino que reside en Uruguay, Jorge Márquez. 

Estas instituciones funcionan también en Uruguay, Brasil, Chile y Argentina y de hecho en San Juan hay una, destinada a recuperación de adictos.

A Natanael (25) le encantaba jugar al vóley y Evangelina (30) trabajaba en el área Prensa de la Municipalidad de la Capital, a la vez que ambos ayudaban en Beraca San Juan, que tiene un predio en Santa Lucía y una casa para mujeres en Capital.

Los jóvenes se casaron el 12 de abril de 2013 y al año siguiente ya estaban rumbo a Haití. Desde entonces, cada día, levantan a los chicos, los bañan, les dan el desayuno, el almuerzo y la cena (además hay profesores haitianos que les dan clases). A todos los nenes, Evangelina los llama ‘hijos’.

Pero para sostener el orfanato, los voluntarios realizan diversas tareas. ‘Hacemos trabajos de carpintería, electricidad, albañilería, jardinería y hasta colocación de sistemas solares. Todas las ganancias generadas entran en su totalidad a la economía del Hogar’, contó Evangelina.

Además, Natanael empezó a trabajar en piscicultura como proyecto productivo. Hace unos días, sembró 300 tilapias (un tipo de pez) y la producción será destinada al consumo interno y también a la venta. En el lugar también crían pollos y cabras. ‘Ninguno de los voluntarios cobramos sueldo; como todos los Hogares Beraca generamos nuestros propios recursos’, dijeron.

La mayoría de los voluntarios son de Uruguay, pero también hay de Perú, Colombia y Haití. En tanto, el Hogar de Niños Beraca cumplió dos años en agosto pasado, después de ocho meses de construcción en los que soportaron hasta un ciclón.

‘Estoy agradecido a nuestras familias, que respetaron cuando les dijimos que habíamos decidido invertir nuestra vida, nuestra juventud, en ayudar a estos niños que no tenían familia’, señaló Natanael.

‘Elegir Haití para llevar a cabo esta labor humanitaria ha significado desprendernos de muchas cosas, de nuestras familias y de nuestra tierra, que obviamente extrañamos. Sin embargo, es más fuerte este sueño plantado por Dios en nuestro corazón. Si bien no pensamos en volver, Dios diría’, cerró Evangelina.

Fuente: DIARIO DE GUYO

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