martes, 30 de diciembre de 2014

Cerca de 15 mil niños peruanos esperan por un hogar

Para Mariano la adopción no llegó tan pronto. Tenía cinco años cuando lo llevaron a un albergue de la ciudad de Abancay, pero fue adoptado recién seis años más tarde. Cada vez que un funcionario llegaba a su albergue, Mariano se le acercaba, le cogía la mano y le preguntaba: “¿Tú vas a ser mi papá?”.

A los 9 años, el menor ingresó a la lista de los “niños prioritarios”, aquellos que son más difíciles de adoptar; entonces, él sabía que era poco probable que una familia lo acogiera.



Sin embargo, su suerte cambió. Dos años después, una pareja extranjera lo adoptó y lo llevó a vivir a Italia. Ahora, Mariano tiene 13 años, una hermana y otra que viene en camino. Mariano tiene una familia y tiene sueños.

Lamentablemente, esta no es la situación de los, aproximadamente, 15 mil menores peruanos que se encuentran en los 400 albergues públicos y privados del país, los cuales no tienen tanta suerte y siguen soñando con una familia.

A pesar del abandono en que se encuentran, estos niños no pueden ser dados en adopción porque el Poder Judicial aún no ha declarado oficialmente ese abandono, pese a que los menores han sido víctimas de violencia o se ha determinado que su hogar resultaba un espacio inadecuado para su buen crecimiento y desarrollo.

Eda Aguilar, directora general de Adopciones del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, indicó que cada mes las 23 cortes de justicia del país declaran en estado de abandono solo a 8 o 10 niños. “Eso quiere decir que hay niños que, estando en situación de abandono, deben pasar cinco o seis años en un albergue porque oficialmente no han sido declarados abandonados”, manifestó.

Aguilar agregó que la lista de espera de padres que llegan al sistema y adoptan está creciendo cada vez más. A la fecha, hay 212 familias aptas, pero la cifra de menores que se entregan en adopción se sigue reduciendo año tras año.

MUCHAS TRABAS

Actualmente, la declaratoria del niño en estado de abandono la expide el Poder Judicial, pero la investigación previa, para saber si el niño puede regresar a su hogar o si hay algún familiar que lo reclame, la hace la Dirección de Investigación Tutelar. No obstante, esta dirección solo tiene oficinas en Lima, Cusco, Junín y Arequipa, por lo cual, en el resto del país, todo el procedimiento es hecho por el Poder Judicial. “Ahí es donde tenemos un cuello de botella, pues estos niños abandonados no tienen un abogado defensor que impulse sus procesos y, entonces, estos se estancan”, dijo Aguilar.

Sostuvo que, adicionalmente, la elevada carga procesal hace más lento el proceso. En ese sentido, recordó que el tiempo que pasa un niño en un albergue repercute en su autoestima, su nivel de seguridad y su autonomía.

SUGIEREN CAMBIOS


Con el fin de aliviar esa problemática, la especialista en Derecho de Familia Milagros García Mattos propuso que se cambie la norma para que todo el procedimiento de adopción, tanto la investigación tutelar, así como la declaratoria en estado de abandono, se realice por la vía administrativa.

La letrada del Colegio de Abogados de Lima señaló que ese cambio haría el procedimiento más expeditivo. “Hay países, como Honduras o Colombia, donde ese modelo ya está funcionando. El fin supremo debe ser el niño”, comentó. Además, indicó que también se debería cambiar la ley que establece que, mientras el niño tenga un familiar que lo visite una vez cada 6 meses, no puede ser declarado en abandono.

“Puede ser que un familiar solo lo visite 2 veces al año, pero el niño sigue abandonado. Esa situación hace que se dilate el proceso y que el menor espere hasta 4 años para ser dado en adopción, lo que reduce así sus posibilidades de ser acogido por una familia”, detalló.

Para la fiscal Norah Traverso, titular de la 18 Fiscalía Provincial de Familia de Lima, los cambios no serían convenientes, pues el proceso actual, público y con una doble instancia, garantiza el derecho del niño a la defensa y su integridad.

“Aunque es cierto que el proceso demora, la investigación especializada es necesaria para saber en qué situación se encuentra el menor y poder recabar toda su historia de vida. Un trámite en una sola instancia siempre es riesgoso, sobre todo considerando que Perú permite la adopción nacional e internacional”, aseveró.

¿MALAS PRÁCTICAS?


Pero las adopciones presentan más problemas. En la actualidad, el Poder Judicial solo ve 3 casos excepcionales de adopciones: cuando el niño tiene un vínculo de consanguinidad con uno de los cónyuges que lo quiere adoptar, cuando algún pariente (tío, abuelo, etc.) quiere la custodia del menor o cuando una familia ha prohijado (cuidado de hecho) a un menor durante más de dos años y adopta al niño que no está en abandono.

Eda Aguilar advirtió que esta última figura legal genera confusiones, pues las cortes del interior del país están dando a niños en acogimiento familiar –para que los cuiden temporalmente mientras se define si el menor está en situación de abandono–, pero luego dan la custodia a los cuidadores como si se tratase de prohijamiento.

“La figura legal es mal aplicada y se está tomando como una puerta falsa y un camino irregular para adoptar a menores de edad”, alertó.

No obstante, para Traverso es legítimo otorgar en adopción a un niño abandonado que estuvo temporalmente en un hogar, si es que este ya tiene lazos de afecto con la familia que lo ha cuidado y protegido por más de dos años.

Fuente: Perú21

domingo, 21 de diciembre de 2014

Italia y Noruega, los principales destinos de los niños chilenos adoptados

Desde el año 2004, 5.486 niños chilenos han sido adoptados. De ellos, 976 se han ido con sus nuevos padres fuera del país, principalmente a Italia y Noruega. Sólo el año pasado, de los 109 niños que se fueron al extranjero, 77 lo hicieron a Italia y 18 a Noruega. Según las representantes de las instituciones extranjeras acreditadas ante el Servicio Nacional de Menores (Sename), las principales razones son la seriedad y la transparencia del proceso.


Según la ley que rige desde 1999, la adopción vela por el derecho del niño a vivir en familia y no tiene como fin el dar un hijo a los solicitantes. El foco es el niño. En esa línea, el camino de la adopción internacional se toma sólo cuando no se ha encontrado una familia en Chile para los niños y pueden adoptar solamente matrimonios a través de los organismos reconocidos por el Sename, que en total son 13. “Nuestra primera intención siempre es que nuestros niños estén en Chile, pero cuando ya no hay opciones entre matrimonios nacionales, ni solteras o solteros, entonces la adopción internacional es una muy buena alternativa”, dice María Fernanda Galleguillos, jefa del Departamento de Adopción de Sename.

RAZONES PARA VENIR

Valeria Dagnino representa a la Asociación N.A.A.A Onlus, una de las siete instituciones italianas acreditadas. Explica que los matrimonios italianos postulan a la adopción en Chile porque el sistema les da confianza y la adopción es definitiva. “Los padres adoptivos tienen acceso toda la historia conocida de los niños: su salud, si sus padres biológicos consumían droga o si fueron abusados. Nada se esconde a la nueva familia”, señala.

Ethel Araya, de Ariete, otra asociación italiana autorizada, argumenta que los niños son más protegidos que en otros países y las familias italianas reconocen que son “educaditos”.

Aunque tiene una sola representación en Chile, Noruega es el segundo destino de adopción. Marysol Heresmann, de Adopsjonsforum, dice que los matrimonios noruegos ya tienen alguna afinidad con el país, amigos o familiares chilenos. “Les gusta la cultura y también consideran que el proceso es serio”.

El año pasado se fueron cuatro menores a Francia y 19 en 2012. Evelyne Briffault, representante de Renaitre, dice que la buena experiencia que han tenido está aumentado las solicitudes. “De tener tres o cuatro este año, voy a tener más de 20 el próximo año”, adelanta.

MÁS GRANDES Y ENFERMOS

Estas representantes coinciden en que los matrimonios extranjeros no ponen reparos a la adopción de niños más grandes o con alguna enfermedad. Los matrimonios noruegos, por ejemplo, están dispuestos a adoptar a niños ciegos, con discapacidades, enfermedades renales o del corazón. “Como expectativa, los papás chilenos prefieren niños sanos y ojalá menores de dos años”, reconoce Galleguillos. En cambio, con las garantías en salud que ofrece un país como Noruega, los padres asumen con mayor tranquilidad esa responsabilidad.


En ningún caso el idioma es un problema. “Como requisito, exigimos que los matrimonios se comprometan a aprender español. En el periodo de preparación tienen un curso de español enfocado a la parentalidad, es decir, cómo comunicarse con su hijo con palabras simples y significativas. Pero a los pocos meses los niños ya hablan el idioma”, dice Marysol Heresmann.


El italiano es más fácil para los chilenos. Los niños a los pocos días del encuentro ya dicen algunas palabras y antes de irse, papás e hijos hablan en “itañol”, explica Dagnino.

LARGA ESPERA

El proceso dura entre cuatro y cinco años desde que se inscriben en la institución de su país de origen. Los postulantes realizan cursos y talleres para demostrar que son aptos hasta que reciben una carta de asignación desde el Sename con los datos de los menores. Si la aceptan, se inicia el trámite.

Uno de los requisitos es que los matrimonios extranjeros permanezcan al menos 60 días en Chile. Antes de ese tiempo, se intercambia el expediente del niño con sus datos, fotos y la historia de la familia adoptiva: fotos de la casa, mascotas y colegios para que el niño o niña se ambiente. Cuando ya están en el país, se conocen y se realizan los últimos trámites legales y civiles para llevarse a su hijo o hija.

En todo ese periodo, las representantes de las asociaciones los acompañan, hacen de traductoras y apoyan en todas sus necesidades.

Fuente: 

lunes, 15 de diciembre de 2014

En Colombia 8.000 menores esperan ser adoptados



Alexis Tenorio vivió su niñez y adolescencia sin saber la fecha en que nació. Pero el dato vino a importar el día en que sus compañeros de internado quisieron averiguar cuándo era su cumpleaños, pues querían que lo celebrara por primera vez. Buscaron en el archivo del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (Icbf) y concluyeron que se acercaba a la mayoría de edad.

Tenorio tenía apenas un mes cuando sus padres lo abandonaron en una calle de Cali. Cuando lo hallaron, lo llevaron a un hogar sustituto: una casa donde abundaban los golpes, los gritos y el hambre. Desde entonces, su vida no ha sido distinta a la de millones de colombianos. Se voló y pasó siete años entre basureros y ollas de vicio y ha debido vivir los últimos años en un ambiente institucional en vez de aquel que puede prodigar el calor de una familia.

Él hoy no cuenta con personas que pueda llamar papás: sus únicos referentes paternos son un defensor de familia del ICBF y un sacerdote de la Fundación Hogares Claret que lo ayudaron a dejar la droga, terminar el bachillerato y obtener una beca para ser profesional. Pero durante años, Tenorio esperó a que alguien lo tomara en adopción. Recuerda que a la casa sustituta llegaban familias buscando niños. “Yo cruzaba los dedos por la espalda para que me llevaran pero seguían derecho, por más cara de gatico velón que yo les hacía”, cuenta. Y cuando hubo interesados, las trabas legales le impidieron instalarse en un nuevo hogar.

Su caso refleja el drama de más de 8.000 menores en Colombia que esperan a que una familia los adopte. Todos reúnen las condiciones para ser dados en adopción y hay padres interesados, pero muchos quedan atrapados en un sistema de trámites tan engorrosos como absurdos que los obliga a esperar años para solucionar su situación.

La fuente del problema yace, según expertos consultados, en una sentencia de la Corte Constitucional de 2011, que obliga al Estado a adelantar “una investigación exhaustiva con la familia extensa”, antes de adelantar cualquier trámite de adopción. La decisión surgió de la preocupación de proteger a los niños y evitar que queden en manos de familiares o familias adoptivas que no pueden garantizarles una mejor vida. Pero terminó siendo contraproducente.



El caso que estudió la Corte tenía que ver con una niña de 9 años a quien su madre la había dejado con sus abuelos. Cuando la abuela murió, la menor pasó a vivir con unas tías abuelas que la golpearon, según testimonios, hasta con piedras. Una de ellas, una monja, la entregó al ICBF en 2003. El instituto la dio en adopción, pero lo hizo sin consultar a los bisabuelos, quienes, a diferencia de los otros familiares, sí estaban en la capacidad de cuidarla.

El fallo pasó desapercibido, hasta que en 2012 el programa Séptimo Día puso en la agenda la problemática de las adopciones, al emitir la serie ‘Niños made in Colombia’ sobre los dramas de algunos adoptados por extranjeros que, supuestamente, el ICBF les había arrebatado a sus padres. El programa generalizó una situación específica, descontextualizó la realidad de la adopción y recibió críticas de las  instituciones del sector. Pero las historias enfurecieron a la gente y encendieron un debate.

El ICBF, para zanjar los cuestionamientos, decidió acogerse a lo estipulado por la corte, cuyo concepto de “familia extensa” obligó a los funcionarios a buscar a los familiares de hasta sexto grado de consanguinidad, antes de dar a un niño en adopción. Hoy, la medida se ha convertido en una  piedra en el zapato de las adopciones. Ha hecho más compleja la labor de los defensores de familia y ha terminado por perjudicar a quienes la ley busca proteger: los niños. La lentitud de los procesos ha convertido la vida de miles de jóvenes en una espera y una tragedia interminable.

“Mis tíos eran abusadores”

Las cifras reflejan el drama. Entre 2010 y 2011, la cantidad de adoptados se había reducido en 10 por ciento, pero en el primer año tras la sentencia el número se fue en picada. De 2011 a 2012, las adopciones se redujeron a la mitad, pasando de 2.713 a 1.465. El año siguiente volvieron a caer, y solo hubo 1.125. La tendencia se mantiene hasta hoy y es grave, puesto que mientras las adopciones caen, las listas de niños que necesitan una familia engordan y hoy abarcan más de 8.000.

Hay quienes aseguran que la traba no es la sentencia, sino la protocolización que el ICBF hizo de ella. Una abogada, que trabaja para el Estado y pidió el anonimato, opina que la sentencia de la Corte no obliga a buscar familiares en sexto grado. “Esa fue la interpretación que ellos hicieron”, dice.

Pero casos como el de Camilo Estrada, un muchacho de 24 años de Medellín, muestran que el problema es más profundo, pues también los parientes cercanos pueden ser un riesgo. Estrada vivió el drama que a veces conlleva no poder ser dado en adopción y quedar en manos de familiares, con quienes, como dijo el genetista Emilio Yunis, “la relación familiar es la misma que hay entre dos completos extraños que se cruzan en la calle”.

“Lo del sexto grado resulta absurdo si se tiene en cuenta que el ICBF no está especializado en buscar personas”, dijo Estrada. “A mí, con el argumento de que conservaba mi familia biológica, nunca me pudieron adoptar”, dice Estrada, quien debió crecer con unos tíos que eran integrantes de una banda armada y estaban involucrados en el abuso sexual de menores. “A mí nunca me dieron en adopción porque yo tenía una familia. ¿Pero cuál era mi familia? Un ramillete de marihuaneros que me maltrataban”, cuenta.



Sabrina Drago, directora de la Corporación Amiga Joven, que atiende a menores víctimas de explotación sexual, está convencida de que la familia biológica no siempre es una garantía de protección. Según ella, en el grueso de los casos, las violaciones vienen de ahí. “Hay niñas abusadas por el abuelo, el padre, el tío. La adopción sería lo más recomendable”, dice.

Menos crítica, más acción

La adopción de niños es un tema espinoso en todo el mundo, pues toca una fibra sensible de la sociedad: la protección de los menores. En Estados Unidos, la opinión debate sobre la calidad de las casas sustitutas, y los españoles remedian los problemas de sus casas de adopción. Esos y otros problemas, naturales del manejo de adopciones, también acosan a Colombia. La misma Ley de Infancia y Adolescencia dice que la adopción no es ideal y la considera “un instrumento excepcional”.

Pero los expertos están de acuerdo con que a la hora de aplicarse es necesario seguir la ley y exigir ética y rigor a las instituciones con el fin de que la adopción se vuelva un tema popular entre la población. El estadounidense David Brodzinsky, el científico que más sabe de adopción en el mundo estuvo en Bogotá y dijo: “Yo sé que aquí todavía se manejan prácticas cuestionables. Y eso debe cambiar, pues solo así será posible convencer a quienes hacen las leyes que adoptar debe ser algo libre de tecnicismos y burocracias y así mismo una necesidad urgente de la sociedad”.

Los defensores de familia ven esto amenazado, pues no se sienten capaces de hacer el trabajo casi detectivesco de buscar familiares lejanos. Uno de ellos señaló que sus colegas ya no logran cumplir el “término ideal” de 15 meses entre el momento en que un niño es vulnerado y el momento en que es adoptado. Esto ha llevado a “casos extremos” donde se ha llegado a tener familias hasta siete años en lista de espera. “Son casos dolorosos”, dice. “Pasan por delante del derecho del niño a tener una familia”. Y tiene razón: a partir de los 5 años es difícil conseguir una familia, y a los 14 ya prácticamente no tiene opciones de ser adoptado.

Pero no solo las esperas vierten combustible sobre el drama, sino también los prejuicios de una sociedad que no se le mide a adoptar. Algunos sectores critican que cientos de niños terminen en familias extranjeras y no colombianas, pero olvidan un dato desconcertante: los colombianos no están interesados en adoptar. Y no lo hacen por razones diversas: quieren heredar su sangre, no quieren hijos de piel morena o no quieren adoptar a un niño víctima del conflicto armado o a uno con enfermedades o discapacidades. Según el ICBF, entre 2006 y 2014 han sido adoptados 3.634 niños, de los cuales solo una décima parte, es decir 305, están en familias colombianas. Los demás se fueron al extranjero.

Fuente: Semana

domingo, 7 de diciembre de 2014

Ecuador crea una red de padres adoptivos en cuatro provincias

La Unidad Técnica de adopciones de la zona 1, se encuentra en el proceso de conformar una red de padres adoptivos con la participación de familias de las cuatro provincias ecuatorianas de Carchi, Imbabura, Esmeraldas y Sucumbíos.    

Alrededor de 25 familias,  aproximadamente, en un grupo de 50 a 60 personas se harán presentes en este encuentro en el que se conformará hoy la red de padres adoptivos. El fin de crear esta red es para que quienes están iniciando  el proceso de adopción estén seguros y conozcan las experiencias de las personas que ya pasaron por esta situación.

Además, es importante que los padres adoptivos se sientan capaces y puedan después del proceso llegar a los especialistas a solicitar apoyo psicológico o algún otro tema de capacitación.
¿Quiénes pueden adoptar? Familias o personas solas, capacitadas, idóneas, sensibles, dispuestas a asumir  apropiadamente la crianza, protección, cariño, educación, salud, buen trato, contribuyendo con amor al buen vivir y a la garantía de derechos.

fase 1. Existen dos fases en el proceso de adopción. Administrativa, que la hacen los encargados de la Unidad Técnica, en la que se realiza una entrevista preliminar, capacitaciones y cumplir con un sin número de requisitos establecidos en el artículo 159 del código de la Niñez y Adolescencia.

fase 2. También la fase judicial, un  procedimiento a través del cual, por sentencia judicial se declara la calidad de hija o hijo y padres adoptivos y se ordena la inscripción en el Registro Civil.

Quienes no pueden asumir con esta responsabilidad de ser padres adoptivos, son las familias que no lograron ser idóneas, es decir que en las fases psicológica y social se detectan varias falencias que no les permiten acceder al proceso de adopción.

martes, 2 de diciembre de 2014

El Ministerio de Justicia de Bolivia realizará inspecciones "sorpresa" en orfanatos




El Ministerio de Justicia de Bolivia realizará inspecciones sorpresa, denominadas batidas, en orfanatos a nivel nacional debido a denuncias en contra de la gestión de estos establecimientos, informó la titular de esta cartera de Estado, Sandra Gutiérrez.

Vamos a hacer batidas a los diferentes hogares, sabemos que éstos están administrados por gobernaciones y otros por municipios, pero nosotros, a nivel nacional, empezando por La Paz vamos a comenzar esto”, declaró.

Indicó que, de acuerdo a las denuncias anónimas, habría hogares que dan alimentos vencidos a los menores.

La iniciativa de las “batidas” surgió luego del caso del bebé Alexander quien supuestamente fue agredido sexualmente en un hogar. En el transcurso de esta investigación, se reveló que anteriormente ya existían denuncias en contra de los albogues que no fueron escuchadas.    

La Ministra instó además a los gobiernos departamentales y municipales a incluir en sus Programa Operativo Anual mayores recursos para la contratación de personal mejor calificado para atender a los huérfanos.



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